Tras comprobar que los ratones traumatizados mostraban cambios en su comportamiento y su metabolismo tras los eventos estresantes, analizaron la expresión de los sncARN. Y encontraron que el estrés traumático alteraba la expresión del microARN. Los ratones traumatizados presentaban un exceso o un déficit en la producción de estas moléculas en comparación con los ratones no traumatizados.

Posteriormente aplicaron mediante una inyección, el sncARN del esperma de los machos traumatizados a ovocitos de hembras fertilizadas y resultó que su descendencia reproducía las mismas alteraciones comportamentales y metabólicas que sus padres. Así que las alteraciones en la producción de sncARN comportaron una regulación deficiente en la expresión de los genes encargados de regular estos procesos celulares relacionados con el comportamiento y el metabolismo.

Según Mansuy, el cambio de las pequeñas porciones de ADN no codificante en los gametos sexuales explica porque los hijos de los roedores traumatizados presentaban las mismas características que los padres, pese a crecer en un ambiente sin de estrés. Estas alteraciones incluso llegaron a una tercera generación de ratones.

De este modo, «hemos sido capaces de demostrar por primera vez que las experiencias traumáticas afectan el metabolismo a largo plazo y que estos cambios son hereditarios», afirma Mansuy en un comunicado de la ETH Zurich.

«Con el desequilibrio de los micro ARN en el esperma, hemos descubierto un factor clave de transmisión de los traumas. Sin embargo, algunas preguntas siguen abiertas, por ejemplo, cómo se produce esa desregulación de las moléculas cortas del ARN. Lo más probable es que forme parte de una cadena de eventos que se inicia cuando el cuerpo produce un exceso de hormonas del estrés», añade la científica.