Conocida por alterar la conciencia interior y la percepción visual, la psilocibina es una de las sustancias visionarias que más ha influido en todas las sociedades del mundo. Aunque cada ‘viaje’ es único, hay efectos y características comunes: confusiones sensoriales (que pueden convertir los olores en colores), percepción muy intensa de los colores, distorsión temporal y espacial y disolución del ego, la frontera que nos permite distinguir dónde terminamos nosotros y empieza el resto del mundo.
Según las investigaciones, esta experiencia puede ayudar a tratar ciertos trastornos psiquiátricos como la depresión, puesto que mejora el bienestar de los consumidores una vez que los efectos de la droga han pasado. Sin embargo, sus efectos medicinales están poco estudiados y su uso todavía está restringido a un contexto puramente lúdico o ritualístico. De hecho, hasta hace poco, los científicos ni siquiera eran capaces de explicar los efectos de la psilocibina en nuestros circuitos neuronales.
Ahora gracias a los escaneos cerebrales, podemos tener un conocimiento más detallado de como actúa esta droga y otras parecidas como el LSD.
Dos investigaciones paralelas han permitido identificar las áreas cerebrales donde actúa la psilocibina. David Nutt, del Departamento de Medicina en el Imperial College de Londres, y Robin Carhart-Harris, de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, han trabajado en ambos estudios.
En el primer estudio, a 30 voluntarios sanos se les administró psilocibina vía intravenosa y se les midió la actividad cerebral antes y después de la administración de la sustancia alucinógena mediante resonancia magnética (MRI). También fueron medidos los cambios en la oxigenación venosa (BOLD).
Y como era de esperar encontraron que la psilocibina induce un patrón de actividad neuronal similar al de los sueños.
Los análisis mostraron que la actividad cerebral de los voluntarios disminuía en las áreas de interconexión del cerebro, que son las encargadas de coordinar e integrar las diferentes funciones del órgano (memoria, cognición, emociones etc). Estas zonas son la corteza prefrontal medial y corteza cingulada o giro cingulado, y tienen un papel crucial en la consciencia y la percepción de la identidad propia (ego).
«Se ve a las sustancias psicodélicas como drogas que «expanden la mente», por lo que comúnmente se ha asumido que funcionan mediante el aumento de la actividad cerebral, pero sorprendentemente, hemos descubierto que la psilocibina lo que principalmente hace en realidad es disminuir la actividad en áreas cerebrales que tienen la mayor densidad de conexiones con otras áreas«, explica Nutt, autor principal del estudio.
La corteza cingulada posterior se relaciona con diversas sensaciones vinculadas a nuestros estados corporales internos. Integra información visceral y emocional, estando involucrada con la experiencia consciente de la emociones. De alguna forma nos ayuda a aprender de nuestras experiencias, identificar y controlar sensaciones, así como a reflexionar y actuar en base a nuestra personalidad. Está asociada a la libre voluntad, control de la conducta, aprendizaje y memoria. También modula la percepción del espacio y el tiempo y nos permite tomar consciencia de quienes somos, es decir, de nuestra posición en relación a todo lo que nos rodea (interacciones sociales, interacción con la naturaleza etc).
«Estos centros controlan en cierto modo nuestra experiencia del mundo y la mantienen en orden «, especifica Nutt. Por lo tanto, añade el investigador, es lógico que «desactivar estas regiones conduzca a un estado en el que el mundo que nos rodea se percibe de manera extraña».
Según los investigadores, los efectos narrados por los participantes en los experimentos, incluyendo visiones de patrones geométricos, sensaciones corporales inusuales (cómo volar) y la alteración de la percepción del espacio y del tiempo, está correlacionada con la disminución en el flujo de sangre y la oxigenación en la corteza cingulada posterior.
Estas investigaciones explicarían también la pérdida del ego. Con la disolución del ego los individuos sienten una pérdida de los límites físicos que separan su cuerpo del resto del universo, pudiendo llegar a experimentar una percepción extrasensorial. La percepción de uno mismo se desvanece y es reemplazada por una reconexión con los demás y el mundo que lo rodea.
La corteza prefrontal medial es conocida por estar hiperactiva en la depresión, por lo que la acción de la psilocibina en esta área, amortiguando su actividad, podría ser responsable de algunos de sus efectos antidepresivos en ciertos casos sobre los que hay testimonios.
Del mismo modo, la psilocibina redujo el flujo sanguíneo en el hipotálamo. El flujo de sangre en dicha región es mayor durante los dolores de cabeza, lo que tal vez explique por qué algunos enfermos han afirmado sentir una disminución de esos síntomas cuando estaban bajo los efectos de la psilocibina.
Los investigadores sugieren que esto podría hacer útil a la sustancia como complemento para algunas terapias mentales en casos especiales:
«Estudios anteriores han sugerido que la psilocibina puede mejorar la sensación de bienestar emocional de las personas y reducir incluso la depresión en individuos con ansiedad«, explica Carhart-Harris. «Esto concuerda con nuestro hallazgo de que la psilocibina disminuye la actividad en la corteza prefrontal medial, como lo hacen muchos tratamientos efectivos de la depresión. Se debe seguir investigando los efectos de la psilocibina, ya que el nuestro ha sido sólo un estudio pequeño, pero estamos interesados en explorar el potencial de la psilocibina como herramienta terapéutica».
En el segundo estudio, también publicado en la revista PNAS, diez voluntarios leyeron textos que les incitaron a pensar, mientras se les escaneaba el cerebro, en recuerdos asociados con fuertes emociones positivas.
Después de la administración de psilocibina, los participantes calificaron sus recuerdos como más vivos, en comparación con lo sucedido cuando se les administró un placebo. Esto se debe a que, tal y como se observó, la psilocibina produce un aumento de la actividad en áreas cerebrales que procesan la visión y otra información sensorial. Concretamente se observó hiperactividad en la corteza corteza visual primaria, lo que explicaría porque bajo los efectos de la psilocibina, la percepción de los colores es tan intensa.